CAPITULO 8.- LIBÍDINE. LIBÍDINE

La musculatura ha deformado en pliegues el albor de las sábanas
En las tibias
la luz emana flamantes aromas sin ecos posibles.
En los albores, está intacta
invulnerable y sagrada.
Y en el cuarto oscuro
con el líquido que olas tibias devela
su garbo emerge imbatible.

Carroll del día:
Esto deberá ser para siempre un secreto perpetuo
entre tú y yo;
que todo el mundo ignore.

Hay que ser artista y loco, un ser infinitamente melancólico, con una gota de ardiente veneno en las entrañas y una llama de suprema voluptuosidad siempre encendida en el sutil espinazo (¡oh, cómo tiene uno que rebajarse y esconderse!), para reconocer de inmediato, por signos inefables, - el diseño ligeramente felino de un pómulo, la delicadeza de un miembro aterciopelado y otros indicios que la desesperación, la verguenza y las lágrimas de ternura me prohíben enumerar-, al pequeño demonio mortífero entre el común de las niñas; pero allí está, sin que nadie, ni siquiera ella, sea consciente de su fantástico poder. NABOKOV.